CASTRO (La Opinión de Chiloé) — Un horroroso caso de bullying escolar con actos propios de una banda juvenil criminal es el que se ventiló durante los últimos días en el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Castro, y que involucra deleznables actos de índole sexual perpetrados por un grupo de alumnos «modelo» en contra de un compañero de curso.
De acuerdo a información judicial que tuvo a la vista La Opinión de Chiloé, las indagatorias comenzaron en el mes de septiembre de 2017 cuando la madre de la víctima estampó una denuncia por presuntos abusos que su hijo habría sufrido por meses, revelándose con el correr de las indagatorias impactantes detalles.
Este medio sólo expondrá grosso modo algunos antecedentes del caso, dado que los detalles presentados en el juicio son horrendos.
Los hechos habrían ocurrido al interior de un conocido establecimiento educacional particular subvencionado de Castro, sin que nadie se haya dado cuenta. Ni profesores, ni inspectores, ni directivos, ni ninguna otra persona que pudiera denunciar, nadie; no sirvió de nada la normativa interna contenida en su reglamento interno y manual de convivencia escolar, ni los protocolos, ni los consejos de curso ni de profesores, nada, algo que por cierto podría traer como consecuencia una millonaria demanda por indemnización de perjuicios por parte de la madre del niño.
El caso es relativamente escalofriante toda vez que el trío de delincuentes juveniles atacó en incontables ocasiones a la víctima, quien no se podía defender por sufrir cierto tipo de problema neurobiológico que este medio no mencionará. Los ataques fueron perpetrados entre fines de 2016 y principios de 2017, todos en los camarines del centro educativo.
Lo peor de todo, es que al interior del colegio se empezaron a percatar en 2016 que el joven sufrió una drástica variación en su comportamiento que derivó en incontables citaciones a los padres, e incomprensiblemente comenzaron a suspenderlo. Para ser más precisos, el niño estaba siendo violentado sexualmente y el colegio no solamente no se dio cuenta, sino que lo suspendió en reiteradas oportunidades. Además, habían compañeros de curso que aparentemente intuían lo que pasaba en los camarines pero se mofaban y guardaron silencio.
La Opinión de Chiloé tiene antecedentes de cuál sería el recinto y un largo listado de adultos detrás de las suspensiones y «propuestas de solución» insólitas realizadas a los papás, pero sus nombres no se revelarán en esta nota para evitar revictimizar al ahora adolescente que se encuentra adscrito a un Programa Reparatorio de Víctimas de Violencia, porque se sabría cuál es la institución.
Detectives de la Brigada de Delitos Sexuales y Menores de Ancud se dio a la tarea de investigar los ilícitos, en un caso complejo donde se habría intentado ocultar los hechos a la opinión pública, sumándose a que varios peritajes requirieron informes de expertos extranjeros para evitar que la defensa de estos delincuentes los desacreditara.
Además, la víctima le habría contado lo que pasaba a un psicólogo del colegio y este no habría denunciado. Y si eso no fuera poco, cuando ya la madre descubrió lo que pasaba pidió una reunión con el Jefe de la Unidad de Convivencia Escolar y se le negó porque estaba ocupado en «clases de folclor», aunque después reculó y la atendió anotando todo el relato horroroso de las vejaciones en el libro de clases que sería de libre acceso a «cualquiera».
Tras la nula actitud para denunciar, la progenitora fue directamente a la Fiscalía y se abrió la causa: esto fue el 4 de septiembre de 2017. Hay correos desesperados de la mamá pidiendo que se ocultara, al menos, las hojas del libro de clases con los detalles de las violaciones y abusos sexuales que sufrió su hijo, sin respuesta más allá de «una hoja blanca pegada con corchetes» porque según los profesores la ley protegía el libro de clases y no a la víctima.
En el colegio no hay registros ciertos de sanciones disciplinarias para los menores ni hay registros de apoyo y contención a la víctima, o sea, los violadores continuaron yendo al lugar como si nada hubiera pasado teniendo contacto con otros niños. Además, gracias al libro de clases, lo que le pasó al ahora adolescente fue de conocimiento prácticamente generalizado. Un horroroso caso de revictimización.
Por cierto, La Opinión de Chiloé ha confirmado que habría una carta de la directora donde señala que la víctima en todo este abuso «no era creíble» y que si había que creerle a uno de los que fue condenado por violación este jueves y que actualmente es mayor de edad. Aquello, es algo increíble que incluso, podría acercarse a lo delictual por eventual encubrimiento.
En tal marco, el Ministerio Público de Castro levantó una acusación en contra de A., M. y P. por el delito de violación impropia de menor de 14 años en carácter de reiterado, además del delito de abuso sexual reiterado por la serie de tocaciones de índole sexual que realizaron. Había un cuarto menor que fue indagado, desconociéndose lo que pasó con su causa.
El juicio fue extenso, con una enorme cantidad de testigos, peritos y medios probatorios, que terminaron finalmente por demostrar las vejaciones que sufrió el menor, quien de manera valiente prestó declaraciones sobre lo que le pasó.
Así, oídos los intervinientes, los magistrados determinaron que más allá de toda duda razonable, dos de los acusados eran culpables del delito de violación y abusos sexuales, mientras que un tercero fue condenado por cómplice.
La fiscalía está solicitando una pena de 3 años y un día de internación en un recinto con régimen cerrado del Sename para cada uno de los sujetos, penas relativamente bajas para los horrorosos hechos presentados ante los jueces. La defensa particular en tanto, pidió que los violadores y el cómplice hagan trabajo comunitario, aunque prepara un recurso de nulidad ante la Corte de Apelaciones.
¿Por qué tan bajas penas ante un crimen tan aberrante? Por Ley de Responsabilidad Penal Adolescente, era poco probable que se pudiera requerir algo superior, aunque los querellantes igual piden 5 años de presidio para los violadores y 3 años para el cómplice.
Se espera que el próximo martes se conozca la sentencia que aplicarán los magistrados, mientras que el caso podría continuar en el ámbito civil por la responsabilidad que le cabría al establecimiento educacional en los hechos. La Opinión de Chiloé confirmó que existe ya un escrito en el Juzgado de Letras de Castro.
Vasta jurisprudencia existe al respecto; la Corte Suprema ha asentado en diversos fallos que «la responsabilidad de las personas o entidades titulares de un centro docente de enseñanza encuentra su sustento en un deber de vigilancia dimanante de las funciones que desempeñan estas instituciones sobre sus alumnos menores de edad. Ciertamente, la tarea de cuidar, es una relación entre al menos dos personas, donde una de ellas se encuentra vulnerable, física y emocionalmente y deposita su confianza en otra que se presupone bien preparada para la función de proteger a la anterior, constituyéndose, entonces, en una relación asimétrica».
En cuanto a que nadie se haya enterado de lo que pasó, ello no es relevante dado que el máximo traibunal ha dicho en otros fallos que «no es posible aceptar una defensa fundada a excusarse en la imposibilidad de actuar por ignorancia, dado a que de esa forma se extrema el límite de irresponsabilidad a un punto sin retorno, bastando para ello evitar cualquier acción que pudiese importar tomar conocimiento de ciertos hechos que pudieren comprometer su responsabilidad». Vale decir, se debe exigir por parte de los centros educativos «un comportamiento siempre positivo, adaptativo y contemporáneo, de manera de advertir focos, semillas o cualquier indicio de actividad inusual…».
#Castro #Chiloé: jueces instruyen «ocultar» nombre del colegio tras bullying con violaciones a niño. Adolescentes A., M. y P. son culpables de abusos sexuales y violación impropia de menor de 14 reiteradas. Ocurrió entre 2016 y 2017 | La Opinión de Chiloé https://t.co/7tRJUio4zj pic.twitter.com/XWftIGij9c
— La Opinión de Chiloé (@opinionchiloe) October 11, 2019
Comentarios