Obispo de Ancud justifica su defensa del Obispo de Osorno: «el Papa nos [lo] pedía»

Fotografía: Obispo de Osorno (Juan Barros) y Obispo de Ancud (Juan Agurto).
Véase también:
Obispo de Ancud —y defensor de Barros— pone su cargo a disposición, pero… ¿será removido?

ANCUD (La Opinión de Chiloé) — En medio del fuerte escándalo que sacude a la Iglesia Católica chilena que acapara portadas no sólo en la prensa nacional si no que también en la prensa mundial, todos los obispos chilenos están a la espera de la decisión del Papa tras poner sus cargos a disposición.

Francisco habría acusado a los obispos de destruir evidencia de crímenes sexuales cometidos por la curia, además de presionar a los encargados de investigar denuncias para que minimicen las acusaciones de abuso, indicando la presencia de «graves negligencias» en torno a la protección de los niños de los sacerdotes pederastas y pedófilos. Mediante un comunicado, que tuvo a la vista La Opinión de Chiloé, la Conferencia Episcopal de Chile reconoció la existencia de “una serie de hechos absolutamente reprobables que han ocurrido en la Iglesia chilena en relación a los inaceptables abusos de poder, de conciencia y sexuales”, hablando de una crisis.

Para el caso de la Iglesia de Chiloé y Palena bajo el mando del Obispo de la Diócesis de Ancud, Juan María Florindo Agurto Muñoz, se está a la espera de la decisión que tome el Papa, aunque el aludido seguirá en su puesto mientras tanto según acotó la Conferencia Episcopal.

Tal y como consignó La Opinión de Chiloé, desde la renuncia de Juan Luis Ysern de Arce, el Obispado de Ancud ha visto perder su influencia no sólo a nivel nacional, sino que también en la zona sur-austral, por lo que existe incertidumbre respecto a si Agurto será ratificado o no en su cargo, ya que aunque es un obispo con poder convocante dudoso o que genera cierta antipatía en un sector de la ciudadanía, ha pasado relativamente desapercibido en los grandes acontecimientos que ha vivido Chiloé y Palena durante la última década por lo que no sería catalogado como «conflictivo».

La relación Agurto-Barros

¿Podrá su cercanía a Juan Barros Madrid eventualmente afectar su permanencia?. Conocida es la defensa que ha realizado del Obispo de Osorno sindicado como presunto encubridor de los abusos sexuales cometidos por el pederasta Fernando Karadima Fariña aunque este lo ha negado en varias ocasiones señalando «nunca supe nada, ni nunca imaginé, los serios abusos que ese sacerdote cometió contra las víctimas; nunca he aprobado ni participado en actos tan serios y deshonestos, y nunca he sido condenado por ningún tribunal por tales cosas». María Olivia Monckeberg, en su libro Karadina: El señor de los infiernos, relata que Karadima fue director espiritual del aludido durante cuatro décadas y que cuando estalló el escándalo, Barros se convirtió en el principal defensor público del pederasta pidiendo en varias oportunidades la ayuda de otros religiosos, junto con respaldarlo ante la opinión pública (no fue el único).

Eso sí, es imborrable la apoteósica despedida dada a Karadima en 2006, cuando Francisco Javier Errázuriz lo apartó de la cabeza de la parroquia de El Bosque en medio de una investigación «en suspenso» por sus abusos. Estuvieron en ese magno evento los obispos Horacio Valenzuela, Juan Barros, Tomislav Koljatic y Andrés Arteaga, todos aplaudiendo y agradeciendo hasta cansarse a un abusador sexual de menores, hasta lágrimas se observaron en la ceremonia. La escena, hoy causaría vergüenza porque las denuncias en contra del pederasta se remontan a 2004.

Pasaron los años, y arribó en 2015 al Obispado de Osorno donde levantó polvareda, e incluso el exdiputado Sergio Ojeda (DC) aseveraba que los conflictos en esa diócesis lo habían obligado a evitar visitar a sus fieles en terreno, estando prácticamente encerrado. En medio de su complejo ministerio, la Organización de Laicos y Laicas de Osorno expuso que se hacía acompañar del arzobispo Cristián Caro de Puerto Montt y el Obispo Juan María Agurto de Ancud, cuando tenía que conversar con el clero osornino que pedía respuestas sobre su actuar.

Los fieles católicos de Chiloé y Palena conocen la posición que tiene el otrora influyente Ysern de Arce, quien en varias oportunidades se ha referido al cuestionado Barros, llegando incluso a solicitarle en 2015 «que sería mucho mejor presentar la renuncia» en virtud del rechazo de cierto sector de la comunidad por su vinculación con Karadima, condenado vía sentencia canónica en 2010 por abuso sexual, entre otros delitos. Pero Agurto, tomó otro camino.

En efecto, Juan María ha optado por apoyar a su par de Osorno, llegando a aseverar en un medio provincial en 2015 tras los dichos de Ysern que «cada uno expresa su parecer y yo de ninguna manera le voy a pedir a Monseñor Barros que renuncie, sino que él trate de realizar mejor su servicio». Sin embargo, en medio de los complejos días que vive hoy la iglesia chilena, Juan María Florindo volvió a referirse al tema, aunque esta vez dejando entrever que ¿en realidad no expresaba «su parecer»?

«El Papa nos pedía que apoyáramos a Juan Barros y por eso lo he hecho yo» aseveró, justificando así el «patrocinio» que ha realizado de aquel que, según María Olivia Monckeberg, reiteraba una y otra vez para diversos medios de comunicación que nada de lo que se decía sobre Karadima era cierto, hasta que tuvo que cambiar de opinión cuando el 10 de noviembre de 2010 el Vaticano emitió la sentencia canónica.

En este contexto, para Catalina Romero, investigadora en el campo de los estudios de religión y PhD de la New School for Social Research de Nueva York, los obispos no tienen impedimento para expresarse sobre asuntos civiles y políticos, son autónomos unos de otros y tienen potestad de decidir cómo orientan su gobierno, por lo que los dichos de Agurto no dejan de sorprender. ¿Debió tener una actitud más cautelosa y hacer valer la autonomía del Obispado de Ancud para no inmiscuirse en los asuntos de Osorno? ¿Se ha manchado con la sombra de Barros? ¿cuál fue el alcance del verbo «apoyar» en el supuesto pedido del Papa?

Ello trae a colación las aseveraciones del tradicionalista Mons. Athanasius Schneider, quien señala que «la actitud de los obispos hacia el papa tiene que ser colegial y fraterna, no servil, y siempre sobrenaturalmente respetuosa, tal como subraya el Concilio Vaticano II (especialmente en los documentos Lumen Gentium y Christus Dominus)». Entonces, ¿los dichos de Agurto aluden a un obispo demasiado servil hacia el Papa o demasiado respetuoso o demasiado qué?

Si el Papa acepta remover al Obispo de Ancud ¿qué pasa?

Según el canon 402 § 1 del Código de Derecho Canónico que tuvo a la vista La Opinión de Chiloé, «el Obispo a quien se haya aceptado la renuncia de su oficio conserva el título de Obispo dimisionario de su diócesis, y, si lo desea, puede continuar residiendo en ella, a no ser que en casos determinados por circunstancias especiales la Sede Apostólica provea de otra manera».

Al salir, recibirá el título de «obispo emérito», tal y como ocurrió con Juan Luis Ysern de Arce. Está por verse si seguirá o no al mando de la Diócesis de Ancud.

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