CASTRO (La Opinión de Chiloé) — Un sorpresivo allanamiento al interior de uno de los dormitorios del Centro de Detención Preventiva de Castro por la presunta agresión a uno de sus ocupantes y el potencial consumo de alcohol, terminó con el traslado preventivo de un grupo de reos hacia el Centro Penitenciario Alto Bonito y la apertura de varias investigaciones.
Documentación interna de Gendarmería que tuvo a la vista La Opinión de Chiloé indica que se trata de ocho sujetos con amplio prontuario criminal que cumplen sentencias por causa diversa, entre ellas, robo con violencia e intimidación, robo en lugar habitado, violación de mayor de 14 años, violencia intrafamiliar, tráfico de drogas y posesión o tenencia de arma prohibida.
La información que se pudo confirmar es que todos residirían en el dormitorio n.°7 de mozos, vale decir, de aquellos internos que realizan labores en el área de cocina para internos o de aseo en el sector de guardia interna o de mantención.
Todo se gestó luego que uno de ellos sustrajera un bidón con alcohol gel desde una oficina administrativa con el objetivo de utilizarla como sustitutivo de bebida alcohólica, concretando aquello el miércoles 14 de abril.
En particular, el parte n.°54 de ese día de Gendarmería precisamente refiere que durante la tarde se realizó un allanamiento donde se encontró aquél bidón con la mezcla de alcohol gel y gaseosa, y que alrededor de cuatro reos se encontraban en aparente estado de intemperancia.
Quien sustrajo el alcohol gel ya fue identificado, mientras que quien realizó la elaboración e ingreso de parte de las sustancias también.
Hay que consignar que algunos de los aludidos están calificados dentro de la categoría de «mutireincidentes», vale decir, que tienen a su haber un amplio prontuario, mientras que el perfil criminológico de dos de ellos es «alto compromiso delictual», tres con «mediano compromiso delictual» y tres con «bajo compromiso delictual».
Es más, fuentes consultadas por La Opinión de Chiloé confirmaron que uno de ellos está siendo investigado como eventual líder de una red de ingreso de sustancias ilícitas a la cárcel, añadiéndose otros delitos cometidos en contra de reos de menor peligrosidad.
Su caso es interesante dado que los delitos por los que cumple condena en Chiloé los habría cometido en varias ciudades del centro del país, y a pesar de su enorme prontuario policial y alta peligrosidad, fue ingresado en Castro tras argumentar que habría iniciado una relación con una mujer residente en Quellón, a pesar que el recinto de la capital provincial sólo está dispuesto para internos de bajo y mediano compromiso delictual.
En efecto, a su haber hay sentencias por robos con violencia e intimidación, robo en lugar no habitado, porte ilegal de arma de fuego, tráfico ilícito de drogas, manejo en estado de ebriedad, obtención fraudulenta de créditos, entre otros, además de indagatorias por potenciales vínculos con crímenes diversos en distintas partes del país.
Por ahora se desconoce el porqué estaba en la pieza n.°7 de mozos. La indagatoria en su caso continúa, y aunque buscó que lo enviaran a Ancud, ello se desechó.
A él se suman otros dos sujetos con residencia en Dalcahue y Castro condenados por robo que además de verse involucrados en el consumo de alcohol, comenzaron a ser investigados por un presunto delito sexual, amenazas y coacción cometido contra otro interno, que es de bajo compromiso delictual y que no forma parte de este grupo de ocho personas.
De confirmarse la denuncia, sería uno de los pocos casos de un crimen intrapenitenciario de este tipo que se judicializa en Chiloé.
Según el Alcaide del recinto castreño, mayor Carlos Olavarría Romero, lo que pasó ese miércoles constituye, particularmente para quienes prestaban servicios dentro de la cárcel, «un quiebre en la confianza depositada por la administración penitenciaria», calificándose como una falta grave al régimen penitenciario.
Así las cosas, su traslado a otro lugar es por estrictas razones de seguridad siguiendo los protocolos plasmados en la Resolución Exenta n.°5055 del 6 de agosto de 2019 del Director Nacional de Gendarmería de Chile, que aprueba los nuevos procedimientos administrativos de traslado de personas privadas de libertad.
A este respecto, en los informes técnicos de al menos 7 de los 8 enviados a la capital regional se indica que al dejar de desempeñar labores como reos trabajadores, cada uno de ellos podría enfrentar alguna «posible represalia por parte de otros internos, ya que es sabido que en este tipo de situaciones, se produce un rechazo desde los internos de la población penal, hacia los internos que permanecieron un determinado tiempo prestando servicios».
Se escaparía a ese riesgo el interno de mayor peligrosidad ya mencionado, que como se viene diciendo, fue enviado a Puerto Montt por ser parte de la falta y por otros posibles ilícitos del que es objeto de investigación.
Desde Gendarmería se indicó al Juez de Garantía de Castro que «los traslados de condenados dentro de la región no obedecen a castigos en contra de los internos», agregando que «son acciones ajustadas a las capacidades e infraestructura de los penales de la Región de Los Lagos, privilegiando evitar eventos de seguridad donde se puedan ver afectados la comunidad civil (fugas), como los propios internos y personal (hechos de violencia al interior de los recintos penales)».
Agregan que «aquellos internos bajo el análisis de los antecedentes del Sistema de Internos, que presentan habitualidad delictual, poseen alto y mediano compromiso delictual, faltas al régimen interno (específicamente aquellas graves), son indicadores que permiten inferir que no poseen una conducta normativa adecuada».
«Estos líderes penales sobrepasan los elementos de seguridad del establecimiento penal chilote y deben estar segmentados en recintos con mejores condiciones materiales (este penal no posee celdas individuales para albergar internos violentos y agresivos)», se acota.
Se reconoce además que la cárcel de Castro ha tenido cambios durante el último tiempo, y que en tal marco «se ha generado un ambiente hostil y de inseguridad dentro del establecimiento, tanto para la población penal, como para los funcionarios de este centro carcelario, lo que perjudica el normal desarrollo del régimen interno, logrando generar a futuro situaciones de riesgo en las que se pueda ver comprometida la seguridad del recinto y/o integridad física y psíquica de las personas a cargo de nuestra custodia».
«Este es un penal de mediana seguridad y no se cuentan con los espacios para segmentar totalmente (día y noche) a la población por su identidad carcelaria, con alto compromiso delictual y/o conducta refractaria. Es el penal de Puerto Montt el que reúne las características de segmentación, seguridad, infraestructura, salud y reinserción social para reclusos contrarios a las normas», finaliza para pedir al juez de garantía que mantenga la decisión de trasladar a los involucrados hacia la capital regional.
Junto con estos ocho condenados, también se trasladó a dos internos tras ser sorprendidos intoxicados debido a la inhalación de productos adictivos, en este caso, por aspirar laca para emular los efectos vinculados al consumo de drogas.
Cabe indicar que el alcohol gel generalmente es de tipo isopropílico (alcohol para frotar). Si bien no se absorbe tanto a través de la piel como el metanol, si puede ser tóxico y dañar el sistema nervioso y órganos internos de quien lo ingiere.
Los posibles efectos más severos pueden incluir ceguera, daño cerebral y daño renal y hepático. Los efectos aludidos pueden ser permanentes, e incluso bajo ciertas condiciones el beber esta sustancia química puede provocar la muerte.
Aunque el alcohol isopropílico no se elabora para ser bebido, es poco probable que una persona pueda diferenciar sus efectos de aquellos causados por el alcohol para beber: inicialmente causa intoxicación, dificultad para hablar, visión borrosa y mareos.
Teóricamente, el desinfectante de manos que contiene alcohol etílico (etanol o alcohol de grano) se puede beber, pero en realidad éste viene desnaturalizado.
Esto significa que ha sido adulterado a propósito para hacerlo imbebible agregándoles químicos tóxicos o productos químicos no tóxicos y de mal sabor. El único problema es que es imposible saber en la etiqueta qué químico desnaturalizante se utilizó.
Incluso, si la etiqueta enumerara que contiene alcohol etílico como el único ingrediente activo, es poco probable que el alcohol esté en forma potable. Además, los otros ingredientes pueden ser tóxicos. Sí, es posible destilar alcohol de un desinfectante para manos, pero es probable que sólo se logre un producto de baja pureza (contaminado) con capacidad para intoxicar: se puede creer que se alcanzó ebriedad cuando en realidad sufre una intoxicación con el consecuente riesgo de provocar daño renal y hepático.
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