REPORTAJE DE INVESTIGACIÓN (La Opinión de Chiloé) — Una denuncia que devela una serie de eventuales infracciones a la legislación laboral realizaron dos inmigrantes con papeles en regla que fueron reclutados en Santiago para ir a trabajar a la ciudad de Quellón, donde les habrían ofrecido una serie de condiciones laborales que una vez en la ciudad puerto, fueron parcialmente incumplidas.
Pero no sólo eso, en el relato de uno de los trabajadores que conversó con La Opinión de Chiloé, se revela una inusual pasividad con la que estaría actuando la Inspección del Trabajo de Quellón ya que se exponen varios hechos que podrían ser materia de sanción para el empleador y plantea severas interrogantes tales como: ¿alguien fiscaliza? ¿quién defiende a los trabajadores? ¿la Inspección del Trabajo en Quellón es de papel? ¿existe «vista gorda»?
La Pesquera Deep Sea Food, parte de Cisandina, es la protagonista. La Dirección del Trabajo, aparentemente no sabe nada.
El reclutamiento
La Opinión de Chiloé accedió al mensaje que recibieron varios inmigrantes en la capital donde se señalaba: «tenemos la siguiente oferta laboral para extranjeros con residencia temporal o definitiva que quieran trasladarse a regiones. Para una importante empresa dedicada a los productos del mar buscamos operarios/as de producción y lavado de productos con disposición para trasladarse a Quellón, con experiencia en producción en distintos rubros, [con] horario de trabajo de lunes a viernes de 08.30 a 16.30, renta ofrecida: $450.000.- más pago de horas extras«.
Así, varias personas asistieron a una pseudo oficina ubicada en Avenida Pajaritos de la comuna de Maipú, donde se verificaba el currículum y que el papeleo estuviera en regla, para luego concretar. Se debe acotar que aunque señalaba la búsqueda de «operarios/as de producción y lavado de productos», la verdad es que en el caso de los inmigrantes a los que se alude en esta nota, fueron contratados para labores de descarga y una incontable cantidad de otras más.
En efecto, Richard Cabos Jurado, uno de los trabajadores oriundo del Distrito Los Olivos de Lima, Perú, confirmó en conversación con La Opinión de Chiloé que llegó desde Santiago a Quellón «por una propuesta laboral en la cual me ofrecieron trabajo por un año cómo mínimo y que solo podría ser despedido si faltaba o irrumpía en faltas». Aseveró que luego de pasar los filtros y escuchar la explicación del sueldo y los días de trabajo (que ya no eran los mismos del aviso), se le mencionó que llegando al sur se le haría el contrato para que sea firmado en notaría.
El viaje
La fuente agregó que «en un inicio me vine con dos compañeros haitianos que luego del mes los echaron y trajeron dos más, ya que tenían que contratar una cuadrilla para carga aquí en Quellón; luego se fue otro haitiano y ahora solo quedamos mi amigo haitiano y yo». Refirió que el 23 de noviembre de 2017 firmó y «me dijeron que estaba a prueba un mes, luego me renovarían el contrato por 3 meses y luego indefinido (…) cumplieron en el primer y segundo contrato, y ahora que venció me echaron y no renovaron por el indefinido». Dentro de las reuniones, uno de los extranjeros atinó a sacar una fotografía donde el reclutador textualmente escribía de su puño y letra la existencia de una oferta respecto a un tercer contrato, el indefinido.
El limeño indicó: «trabajo en Chile desde el 2014 y nunca tuve este tipo de inconvenientes, pero siempre te pasa para que uno no sea tan confiado». Para llegar a Quellón, acotó que «el viaje se financió con un préstamo de $150.000.- que nos descontarían en 6 cuotas por $25.000.- mensual», sin embargo, como sólo estuvo cuatro meses, el primer, segundo y tercer mes se le descontaron los $25.000.-, pero tras ser despedido, se le descontaron los restantes $75.000.- en pago final más finiquito.
Los horarios de trabajo
Indicó a La Opinión de Chiloé que «trabajábamos a veces de 16 o 18 horas al día (…) trabajaba de 8.00 de la mañana hasta las 10.00 de la noche y regresábamos de madrugada si teníamos descarga de centolla (…) trabajábamos más porque descargábamos centolla y eso llegaba a veces a las 12.00 de la noche o a veces 2.00 de la mañana. Hasta el último día de mi contrato trabajé hasta las 12.00 de la noche, tengo como demostrarlo».
Al consultarle sobre los descansos legales, afirmó que los domingos tenía libre, pero tras continuar con la conversación, reconoció que «a veces venía jaiba para abastecer la planta el lunes y teníamos que ir a descargar los domingos«, pero no se les compensaba con otro día; ¿Dónde está la Inspección del Trabajo de Quellón? ¿Nadie fiscaliza?
Sobre la impresionante cantidad de horas diarias que laboraba algunos días, aseveró: «le seré sincero, yo soy muy trabajador y tengo mucha experiencia en trabajos pesados y acepté ya que era buena paga y porque nadie quería hacerlo, no le voy a mentir para perjudicar a alguien, sí me pagaron cada hora de mi trabajo, solo que no cumplieron con el tiempo que me dijeron que me iban a dar para trabajar».
La fuente reconoce que incluso puede ser inhumano estar tantas horas en una labor como la que describe, «pero uno deja familia para trabajar y darle un mejor bienestar (…) yo trabajo donde respetan mi trabajo y valoran mi capacidad, si hago pública esta denuncia no es para volver a trabajar en Deep Sea Food, es solo para que no le suceda a los demás extranjeros que están allí trabajando, porque yo tengo capacidad, conocimiento, experiencia, como para trabajar en otra empresa que me valore».
La Dirección del Trabajo ha manifestado en su jurisprudencia administrativa que existe un límite legal semanal de horas extras, que aparentemente se incumplió. De nuevo, ¿nadie fiscaliza?
El tipo de trabajo
El relato sigue develando curiosidades, ya que no sólo trabajaban en carga y/o descarga, sino que «todos los días hacíamos descarga pero luego apoyábamos dentro de la planta en aseo, limpieza o matanza de producto, apoyábamos en el proceso (…) el contrato que nos hicieron aquí en Quellón era como el de todos los otros inmigrantes, porque ellos decían que era un contrato igual para todos». Reconoció que se vio forzado a firmar «porque ya tenía el préstamo, y todo lo que dejé en Santiago, trabajo, y negocio que estábamos emprendiendo con un hermano, y todos los gasto que hice para sacar los documentos que me pedían para ser seleccionado (…) y los días de permiso que tenía que pedir en mi antiguo trabajo porque me llamaban para entrevistas y exámenes que te hacían».
La legislación laboral indica que en el contrato debe especificarse la naturaleza de los servicios o función, de hecho, exige que se entregue con exactitud y sin lugar a dudas la labor o servicio que el trabajador se obliga a efectuar para el respectivo empleador. La Opinión de Chiloé accedió al contrato de Pesquera Deep Sea Food S.A. y ahí se señalaba que debían «desempeñar las tareas propias de operario de carga-descarga», pero no termina ahí, sigue con «realizar las tareas de selección y matanza de materia prima, cocción, proceso de erizo, jaiba y centolla entera, proceso de clusters, desarticulado, extracción de carne, extracción de ovas, extracción de carne café, amarre de centolla entera, selección de pinzas, desconche, envasado, empaque, lavado de bandejas y modelo en el proceso productivo del departamento de producción en Planta de Productos del Mar así como también aseo y apoyo en cualquier sector de las instalaciones de la planta», o sea, prácticamente era responsabilidad cumplir todas las labores que al jefe se le ocurriera.
Por ejemplo, si al empleador se le hubiera ocurrido que el inmigrante fuera carpintero porque una puerta sufrió un desperfecto o realizara labores de manipulador de alimentos, aparentemente el contrato lo permitía. ¿Nadie fiscaliza? ¿este tipo de contrato es el que autoriza la Inspección del Trabajo de Quellón? Aparentemente. ¿Alguien recuerda la película chilena El Gran Circo Chamorro de 1955, esa donde el protagonista hacía casi todas las labores en un circo chileno?; hoy, parece que el circo es la Pesquera Deep Sea Food y su protagonista son los inmigrantes.
«Ellos me ofrecieron el puesto de supervisor ya que al antiguo lo despidieron el 21 de diciembre y me dieron la responsabilidad de mejorar y ayudarlos con esa área, y eso hice» añadió, pero incluso mientras hacía eso, nunca abandonó las labores de carga y descarga, ni menos le modificaron el contrato o cambiaron el sueldo: «yo recién este mes iba a ver mi sueldo de supervisor, pero mi contrato nunca cambió porque me dijeron que cuando me renovarían iban a ver eso; es por eso que yo esperé hasta este 28 de febrero que se venció, y me sacaron».
Hoy, Richard está desempleado pero aseguró que fue previsor para pagar dos meses por adelantado el arriendo y que espera encontrar un nuevo trabajo.
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