Década para olvidar en Chiloé: 12.931 casos de mujeres víctimas de VIF

Fotografía: José Martínez. En la foto: mujer víctima de violencia de género llorando.
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ANCUD/CASTRO/QUELLÓN (La Opinión de Chiloé) — Es bien sabido que los actos violencia intrafamiliar (VIF) contra las mujeres y niñas es una realidad de ingente preocupación a nivel país y Chiloé no es la excepción. Se ha podido observar en las últimas décadas un creciente interés respecto al tema, con un gran enfoque a las necesidades de la mujer agredida, trabajo de concientización iniciado por el accionar de organizaciones feministas que promovían la igualdad de derechos para los géneros y que se dispersó hacia organismos del Estado y de la sociedad civil.

Se trata esta de una problemática bien compleja que, teniendo sus raíces en muchos casos en la desigualdad, generalmente se sustenta en la propia estructura social que rodea a la mujer. Una investigación realizada en Quellón por la Universidad Austral de Chile por ejemplo (Alexander Asenjo y Tatiana Cayumán, 2009), determinó que dentro de las causales de violencia en la zona se encuentran la permanencia de factores familiares y sociales que mantienen arraigada esta conducta: hombre proveedor, machismo, alcoholismo, temores, poder de decisión exclusivo del hombre, violencia masculina, entre otros, que se manifiesta en los diversos espacios de la vida de las mujeres, especialmente en el plano intrafamiliar: relaciones de pareja, de padre a hijas, inclusive desde hijos hacia sus madres. Es en la familia donde se replicarían las conductas violentas de los hombres, maltrato que ha sido reconocido por las mujeres como una conducta dirigida tanto hacia abuelas, como madres e hijas, patrón transgeneracional advertido también en otra investigación que se realizó en Quinchao (Pamela Houston, Alejandra Muñoz, Eduard Heberlein y Nelly Alvarado, 2010).

Los sentimientos que ostentan las que son víctimas generalmente se asocian al miedo, erosión del yo, vergüenza, incredulidad, sentimiento de culpa, y esperanza de mejora de su situación, las que aparentan estar asociadas al comportamiento de sus agresores, el que incluye un control creciente, abuso y aislamiento, impredictibilidad y volatilidad, remordimiento y culpa.

Las consecuencias presentes en las mujeres maltratadas son muy variadas. A nivel físico se pueden presentar lesiones observables reiteradas, alta prevalencia de enfermedades, dolores que no se van (pélvicos, espalda, cefaleas), bajas defensas, desórdenes ginecológicos, enfermedades de transmisión sexual, trastornos alimenticios, desórdenes del sistema nervioso central y otras consecuencias físicas. A nivel psicológico por otro lado, se aprecia depresión, ansiedad, somatizaciones, obsesiones compulsivas, desórdenes de estrés post-traumático, sensibilidad interpersonal (aislamiento social), paranoia, hostilidad, baja autoestima, bajo nivel de autonomía, y dependencia emocional del agresor, entre otros.

En mujeres chilotas poco se ha estudiado respecto a las consecuencias, aunque hay investigaciones. En 2004 por ejemplo, un equipo de psiquiatras y psicólogos (Jacobo Numhauser, Rubén Alvarado, Paula Soto, Jimena Hermosilla y Aldo Vera) indagaron en una muestra de población femenina entre 21-64 años, determinando que dentro de las que presentaban un cuadro depresivo, un 30,1% había sufrido maltrato verbal, un 23,5% maltrato físico y un 22,2% había visto violencia física entre los padres.

La violencia intrafamiliar contra las mujeres y niñas es una violación grave de los derechos humanos, y afecta negativamente su bienestar e impide su plena participación en la sociedad, trayendo consecuencias negativas también sus familias, comunidad y el país. Chiloé «es una zona roja» decía la ministra de la Mujer, Isabel Plá, el año pasado respecto a los casos de violencia hacia las mujeres, pero ¿qué tan roja es?

La Opinión de Chiloé indagó en este tema y accedió a los datos del Centro de estudios y análisis del delito (CEAD) dependiente de la Subsecretaría de Prevención del Delito para los últimos 10 años, que muestran una interesante tendencia a la baja en las denuncias de violencia intrafamiliar hacia mujeres en la Provincia de Chiloé (salvo los años 2009, 2010, 2012 y 2014 donde ocurrieron fuertes incrementos), y que en 2018 registró una caída del 7,8% respecto al año anterior aunque también muestra un preocupante incremento en el número de casos policiales vinculados a delitos de connotación sexual en el archipiélago, el peor de los últimos 14 años (ver nota relacionada).

La Opinión de Chiloé en consecuencia tuvo a la vista las Estadísticas Oficiales de los actos de violencia intrafamiliar hacia mujeres informados por Carabineros y la Policía de Investigaciones de Chile al Ministerio del Interior y Seguridad Pública, encontrándose que en 2018 se registraron 877 casos policiales, mientras que durante los últimos 10 años, se registraron 12.931 casos policiales.

Estos datos eso sí deben mirarse con cautela ya que según la Tercera Encuesta Nacional sobre Violencia Intrafamiliar de 2017, el 38,8% de las mujeres entre 15 y 49 años de edad declaró haber vivido una o más situaciones de violencia física, psicológica o sexual, ejercida por su pareja, ex pareja o algún familiar. A este respecto, un 63% de las mujeres no denunció el último episodio de golpes vivido, un 77% no denunció el último episodio de violencia sexual y el mismo porcentaje (77%) tampoco hizo lo propio con la violencia psicológica como por ejemplo amenazas.

El mismo instrumento señala que el principal motivo por el que las mujeres no denuncian los episodios de violencia es porque no lo consideran algo serio o necesario (44%), porque las cosas mejoraron (32%) o porque tuvieron miedo (14%). Casi un 50% cree que realizar una denuncia no sirve para nada: un 46,8% de las que vivieron violencia física, 41,8% de las que vivieron violencia sexual y 48,9% de las que vivieron violencia psicológica no cree que sirva denunciar o denunció previamente y no pasó nada.

En Chiloé, y según las cifras de la última década, 1 de cada 6,5 mujeres ha sido víctima de violencia intrafamiliar registrada en alguna de las policías. Hay que recordar que estas estadísticas dan cuenta de todos los hechos delictivos (casos policiales) que registraron las policías, y están compuestas por las denuncias formales que la ciudadanía realiza en alguna unidad policial posterior a la ocurrencia del delito, más los delitos de los que la policía toma conocimiento al efectuar una detención en flagrancia, es decir, mientras los delincuentes están protagonizando el ilícito.

El 92,4% de las veces el agresor fue un varón, siendo en el 44,8% de los casos hombres entre 30-44 años seguido por aquellos entre 18-29 años con el 18,4%. El 7,6% restante de las veces, el agresor fue una mujer, donde el 34,2% tiene entre 30-44 años y el 34,2% entre 18-29 años.

La mayor concentración de este tipo de ilícitos, por cantidad, se observaron en Castro con 3.604, Ancud con 3.058, Quellón con 2.665 y Chonchi con 1.031. Sin embargo, hay que ser cuidadosos con los números, porque en realidad si se considera la tasa de incidencia, la peor sería la comuna de Quellón, que muestra que 1 de cada 5 mujeres ha sido víctima de violencia intrafamiliar, seguida por Castro y Puqueldón muy de cerca, donde una de cada 6,2 y una de cada 6,3 mujeres ha sufrido este flagelo respectivamente.

ComunaCasos
Policiales
Población
de Mujeres
Tasa por
habitantes mujeres
Ancud3.05819.9621 cada 6,5
Castro3.60422.3361 cada 6,2
Chonchi1.0317.4131 cada 7,2
Curaco de Vélez1901.9761 cada 10,4
Dalcahue8246.8491 cada 8,3
Puqueldón3101.9481 cada 6,3
Queilen2852.6121 cada 9,2
Quellón2.66513.3351 cada 5,0
Quemchi4124.0441 cada 9,8
Quinchao5524.1471 cada 7,5
Total12.93184.6221 cada 6,5

NOTA DE LA REDACCIÓN: Para el cálculo de la tasa por comuna, se utilizaron los datos disponibles del Censo 2017.

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