QUELLÓN/ANCUD (La Opinión de Chiloé) — A través de amenazas por mensajería WhatsApp, así es la forma en la que una serie de delincuentes han intentado extorsionar (con resultado diverso) a varios jóvenes residentes en las comunas de Ancud y Quellón, todo luego que ellos visitaran páginas web de mujeres que ofrecen servicios sexuales.
De acuerdo a información que tuvo a la vista La Opinión de Chiloé, el modus operandi se repite con algunas variantes muy menores. Todo parte con la publicación de anuncios en webs de escorts que sirven de «gancho» para captar la atención de sus potenciales víctimas, la mayoría de ellos hombres con familia o que ocupan cargos públicos, donde resulta más fácil no sólo llevar adelante esta especie de «Sextorsión», sino que además, la posibilidad de extraer altos montos es más probable.
Al menos así lo indicó un funcionario público que cayó en esta dinámica, y cuya identidad y comuna de residencia se mantendrá bajo reserva. Por temor, los delincuentes se quedaron con una suma importante de dinero, las que se distribuyeron a varias cuentas (casi todas, cuentas RUT del BancoEstado).
En su caso, alcanzó a transferir más de $1.000.000.- a distintas personas, entre las que se encontraban la prostituta, el papá, el «cabrón», la amiga prostituta que «le dio soporte moral» a la primera que perdió un cliente, el del «soporte técnico» que tenía sus datos, y varios otros.
Todo comenzó luego que, tras arribar a ocupar un nuevo puesto en una repartición pública con un alto sueldo y responsabilidades, decidiera ingresar a un sitio web donde se ofertaban servicios de contenido erótico y sexual, procediendo a contactar a una de las anunciantes por mensajería de WhatsApp, la que supuestamente trabajaba en o prestaba servicios en Quellón.
Tras ello, y a los minutos de consultar la tarifa, el aludido no volvió a preguntar más y olvidó el tema. Sin embargo, posteriormente comenzaron a llegar una serie de mensajes amenazantes que intentaban exprimir al máximo a este ‘cliente’.
En ellos, le indicaban que tenían todos sus datos y que procederían a publicar su número de teléfono y detalles de su trabajo si no pagaba «lo que debía» porque el tiempo de la trabajadora sexual «valía oro».
La táctica que utilizaron partía con la susodicha alegando que, por responderle el mensaje y esperar una respuesta que nunca llegó, había perdido a otro cliente, y que por tal razón su «cabrón» la había multado, por lo que debía pagarle las horas que estuvo esperando que le respondiera y/o las horas que perdió por no haber podido concretar con el otro supuesto cliente.
En medio de aquello, mencionó que el de «soporte técnico» ya tenía sus datos, y que si no le pagaba, lo denunciaría por redes sociales y enviaría mensajes a los de su trabajo, su familia o sus amigos sobre lo que pasó.
Insistentemente exigía que le pagara, caso contrario, todo el mundo se enteraría que le gustaba contratar los servicios de prostitutas, que era mejor hacer todo en silencio y que así era mejor arreglar las cosas.
El pago se traducía, lisa y llanamente, en una especie de compensación económica por haber hecho perder el tiempo, porque ella era muy cotizada en el ámbito del comercio sexual. El afectado, aparentemente, cometió el error de mencionar algunos datos clave que ayudaron a que esta especie de extorsión se llegara a concretar.
Así, terminó por transferir dinero a una cuenta RUT y enviarle el comprobante. Con eso, a los minutos le habló una segunda persona quien le exigió que debía realizar un nuevo pago, esta vez por daños y perjuicios ya que la trabajadora, ahora emocionalmente dañada, ya no iba a poder trabajar en las próximas horas, porque sufrió un menoscabo moral que no le permitía intimar con otro cliente.
Le exigía, entonces, que le pagara la «pérdida» de dinero por esta trabajadora sexual, porque ella era muy famosa y cotizada en el rubro. La amenaza de difundir todo se reiteraba, en los mismos términos. Por lo tanto, la víctima volvió a transferir a otra cuenta RUT.
Minutos después, recibió un nuevo mensaje, esta vez de la amiga prostituta que «le dio soporte moral» a la primera que perdió un cliente, y que estaba afectada por lo que le pasó a su colega.
En base a las mismas amenazas, le exigía que debía compensar el tiempo que ocupó en apoyar a su colega, porque durante ese tiempo, dejó de atender llamados o mensajes provenientes de clientes, porque ella igual era muy cotizada en el círculo del comercio sexual.
Posteriormente, seguiría recibiendo mensajería y realizando depósitos a otras personas bajo la misma táctica, hasta que llegó un momento en que optó por no responder más. ¿Cuánto alcanzó a transferir? Casi $1.500.000.- en dinero en efectivo a varias cuentas RUT.
En otro caso, un joven universitario fue víctima de lo mismo. Decidió escribir vía WhatsApp a una mujer que ofrecía servicios sexuales en un sitio web, repitiéndose la dinámica. En este caso, eso sí, además de mencionar que la habrían multado por haber perdido un cliente, le explicaba que «me prostituyo por mi hija y no me ayudas a pagar la multa, tus datos serán publicados… dime si quieres solucionar esto», alegando que si no le pagaba, la iban a despedir o que perdería su trabajo.
En su caso, el dinero se debía enviar a la «secretaria de turno», partiendo por $150.000.- que correspondía a las 3 horas que supuestamente dejó de trabajar por estar esperando que el joven le respondiera sobre si contrataría o no los servicios.
La Opinión de Chiloé verificó que esa supuesta secretaria era una persona residente en al ciudad de Chillán, con amplio historial por estafas.
Al ver que él no depositaba nada, y que continuaba preguntando cosas, la mujer dijo que había reportado su número telefónico y que estaban a punto de publicar todo. Entonces, el joven pidió hablar con el jefe. «Por tu culpa perdí un cliente, por estar esperando tu respuesta en línea, esto es una agencia privada (…) perdí un cliente de 3 horas y sí no me ayudas a pagar la multa tus datos serán publicados por 48 prostitutas, y 5 travestis van a llegar a tu trabajo y también a ver a tu familia», le dijo.
Al rato después, desde otro teléfono, recibió el siguiente mensaje: «Me presento, soy Maximiliano Lagos, el Relacionador Público de la agencia Santo Pecado y tengo entendido que tienes un problema con una de las chicas, María Paz, que quiere solucionar un problema contigo pidiéndome autorización para un depósito que se le hará para no se publiquen tus datos».
«Lo que pasa es que a esta chica le causó un desfase de línea por esperar una respuesta en línea, me entiendes», le decía para pedir que pague. Que intentara conseguirse una transferencia.
Luego le dijo: «más que nada yo te hablo por solidaridad de género, porque yo soy hombre y tengo familia, y como hombre no me gustaría que se supiera (…) por eso quiero ser sincero y quiero preguntarse si quieres solucionar problema para que esto vaya a soporte técnico y se elimine toda tu información de plataforma y tu número telefónico».
Cuando el joven le dijo que le depositaría personalmente en el banco, el supuesto relacionador público le insistió que fuera por transferencia, para después decirle «¿Qué garantía me das para poder yo esperarte hasta mañana?, ¿no podría ser al medio día?».
Cuando la víctima le dijo que lo haría a esa hora, la extorsión finalizó con «Un gusto de hablar con usted, que tenga muy buenas noches, descante. Comuníquese conmigo, no se comunique con la chica, bueno».
En el caso del primer afectado, procedió a recurrir a la justicia para que den con el paradero de los involucrados. En el caso del segundo, decidió no realizar la denuncia ya que no se alcanzó a concretar la extorsión más allá de amenazas (que también es delito), ya que bloqueó todo.
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