(La Opinión de Chiloé) — Un duro reporte difundió recientemente el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas luego que reconociera que el número de personas que enfrentan inseguridad alimentaria aguda a nivel mundial podría casi duplicarse este 2020 debido a las consecuencias económicas del COVID-19, llegando a 265 millones de personas pasando hambre.
El organismo multilateral indica que los países con una mayor cantidad de habitantes bajo esta problemática se enfrentan al dilema entre salvarlos del hambre o del coronavirus, varios de ellos en América Latina y el Caribe. «Para evitar que estas decenas de millones de personas que ya enfrentan crisis alimentarias sucumban al virus o a sus consecuencias económicas, todos los actores deben movilizarse y coordinarse a lo largo de un conjunto de prioridades operativas y estratégicas», dice.
Se estima que la pérdida de ingresos por el turismo, la caída en las remesas y los viajes, además de otras restricciones vinculadas a la pandemia, añada a unas 130 millones de personas más que no tendrán qué comer este año, sumándose a las 135 millones que ya están en esa categoría en el mundo.
Si en 2019 la mayoría de los que sufrieron inseguridad alimentaria aguda se encontraban en países afectados por conflictos bélicos o similares (77 millones), cambio climático (34 millones) y crisis económicas (24 millones de personas), este 2020 se incluirían decenas de millones más relacionadas a la última causal.
En particular, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé una caída de la economía global del 3% en 2020, la mayor contracción desde 1930, lo que traerá un fuerte aumento del desempleo y caída de los ingresos familiares.
Asumiendo que la pandemia se disipe en la segunda mitad del 2020, que es el supuesto de base del FMI, la economía mundial podría crecer un 5,8% en 2021, a medida que la actividad se normalice, y ayudada por los estímulos de políticas públicas.
Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la pandemia del coronavirus (COVID-19) impactará a las economías de la región a través de factores externos e internos cuyo efecto conjunto conducirá a la peor contracción desde 1914 y 1930. Según las últimas estimaciones, se prevé una contracción regional promedio de -5,3% para 2020.
Hay que mencionar que los 10 países que sufrieron las peores crisis alimentarias en 2019 fueron Yemen, República Democrática del Congo, Afganistán, Venezuela, Etiopía, Sudán del Sur, Siria, Sudán, Nigeria y Haití. Estos diez representaron el 66% del total de la población en crisis, o 88 millones de personas. Para 2020, no debiera haber una modificación significativa en este negro ranking.
En América Latina y el Caribe, los más afectados serán los denominados países del Corredor Seco de América Central (El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua), Haití, la República Bolivariana de Venezuela y las poblaciones migrantes venezolanas que viven en Colombia y Ecuador. El informe señala que en 2019, 18,5 millones de personas en estos países estaban en crisis alimentaria o lisa y llanamente, no consumían los nutrientes diarios suficientes, lo que representa el 14% de la población mundial que vive con hambre.
La mitad de estas personas residían en Venezuela: entre julio y septiembre de 2019, alrededor de 9,3 millones de personas de ese país padecían inseguridad alimentaria extrema y necesitaban asistencia señala el reporte. De estos, alrededor de 2,4 millones fueron considerados con inseguridad alimentaria grave (desnutrición) y 7 millones con inseguridad alimentaria moderada (hambre intermitente). Otros 1,2 millones de migrantes venezolanos padecían inseguridad alimentaria en Colombia y Ecuador.
Dentro de los 50 países que analiza el informe, no se incluye a Argentina, país donde un 32,1% de la población se encuentra en una situación de inseguridad alimentaria moderada o grave, mientras que un 11,3% derechamente está en el nivel grave, vale decir, alrededor de 5 millones de personas probablemente se han quedado sin alimentos, sufren hambre y, en el caso más extremo, pasan días sin comer, poniendo en grave riesgo su salud y bienestar de acuerdo con el Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2019.
Ese país instaló a comienzos de este año el denominado Plan Nacional «Argentina contra el Hambre» en el ámbito del Ministerio de Desarrollo Social, el cual tiene el objetivo general facilitar el acceso de la población vulnerable a la Canasta Básica de Alimentos. Argentina, un país rico y productor de alimentos que exporta a varios mercados, viene sufriendo desde hace varios una creciente emergencia alimentaria y nutricional con millones de ciudadanos que pasan hambre (ver nota relacionada).
«El COVID-19 es potencialmente catastrófico para millones de personas que ya están pendientes de un hilo», dijo Arif Husain, economista jefe y director de investigación, evaluación y monitoreo del PMA.
«Todos tenemos que unirnos para lidiar con esto porque si no lo hacemos, el costo será demasiado alto: el costo global será demasiado alto: muchas vidas perdidas y muchos, muchos más medios de vida perdidos», dijo a los periodistas en un punto de prensa virtual desde Ginebra.
Husain dijo que era fundamental actuar rápidamente para evitar que las personas que ya viven cara a cara vendan sus activos, ya que podría llevarles años volver a ser autosuficientes.
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