
QUINCHAO (La Opinión de Chiloé) — Una ruda reunión entre el Obispo de la Diócesis de Ancud y pobladores de los cinco pueblos «al mando» de la Iglesia Jesús Nazareno de Caguach, Patrimonio de la Humanidad, fue la que se tuvo hace pocos días en la ínsula, todo tras la falta de información sobre el destino de los millonarios recursos que año a año dejan fieles en el santuario y que el Obispado jamás ha expuesto a nivel público.
En efecto, días complejos vive el Obispo Juan María Florindo Agurto Muñoz con la comunidad que rodea uno de los principales centros de peregrinación de Chiloé, y todo por la «mundana plata». Para nadie es un secreto que desde que renunció Juan Luis Ysern de Arce, el Obispado de Ancud ha visto perder su poder e influencia no sólo a nivel nacional, sino que también en la zona sur-austral, y lo que acaba de pasar en Caguach este lunes 22 de julio con Agurto sería otra muestra de una creciente debilidad de su ministerio y el éxodo de fieles de los últimos años. La reunión de casi dos horas y media fue difícil, con gritos y a veces tono agresivo por parte de los asistentes, terminando sin algo concreto.
Los millones son codiciados por algunas personas del sector, esgrimiendo que la infraestructura del santuario sería deficiente y que el templo requeriría reparaciones y una urgente restauración, por lo que algunos incluso pidieron administrar tales platas. Cabe aclarar eso sí que los dineros de los que se habla ni siquiera se acercan a los más de mil millones de pesos que se necesitan para restaurar la añosa estructura.
Más allá de los últimos golpes que ha recibido la cabeza de la Iglesia en Chiloé y Palena por situaciones vinculadas a pederastia —tras apoyar públicamente al ex Obispo de Osorno Juan Barros o la «bienvenida» al sacerdote Luis Fuica Soto en Chaitén, quien tenía acusaciones de abuso sexual a un menor en 2011—, los hechos que hoy aquejan a su gestión se remiten al destino de los millones de pesos que año a año se reciben como parte de las ofrendas para Jesús Nazareno, dineros que dejan los que asisten a las festividades que se realizan en agosto y enero de cada año. El problema estaría en la falta de comunicación efectiva del aludido hacia las comunidades, quienes estarían completamente desinformadas de cómo se invierten las ofrendas, con un profundo desconocimiento de las negociaciones y esfuerzos que se están realizando para conseguir recursos para la restauración; algo que se replica también con el representante en Chiloé del Consejo de Monumentos Nacionales, y que quedó en evidencia tras el polémico proyecto de una empresa Salmonera en Caguach que aceptaron sin participación de la ínsula (ver nota relacionada).
Por ejemplo, de acuerdo a información recopilada por La Opinión de Chiloé, durante las dos últimas peregrinaciones (agosto de 2018 y enero de 2019) se recaudó alrededor de 11 millones de pesos, de los cuales $3,7 millones corresponden a agosto y los más de $7 millones a enero. A esos totales, se descuentan los gastos vinculados a la realización de las celebraciones, mantenciones de la iglesia, limpieza y traslados; los dineros que quedaron, se van a un «fondo común» que es administrado por el Obispado, y que a abril de 2019 tendría 25 millones de pesos.
El detalle de los movimiento de ese fondo no son conocidos; de hecho, incluso el propio Obispo reconoció que no tenía idea de cuánto era lo que tenía aquél, ni tampoco tiene muy claro desde cuándo se está acumulando dinero aseverando que sería «cuatro o cinco años» ¿qué hacen los funcionarios del Obispado entonces que no recorren las islas informando a las comunidades? ¿y los sacerdotes no hacen reuniones con fiscales para explicar cómo gastan (o ahorran) las platas?. Agurto ha indicado que los recursos están destinados para el proceso de restauración del tempo patrimonial en fecha por definir y que parte de ellos ya se han usado para arreglos urgentes como en material litúrgico, altar, en la Casa Ermita y baños (que viven cerrados con llave), incluso con fondos provenientes de otras fuentes. El detalle no se ha expuesto a la comunidad.
Punto aparte, un hecho curioso de la reunión del 22 de julio es el aparente desconocimiento y profunda ignorancia histórica que habría demostrado el Obispo de Ancud al referirse al proceso de construcción del templo tras el incendio de 1919, luego que los pobladores le recodaran que la reconstrucción finalizada en 1925 fue exclusivamente por parte de los habitantes de Apiao, Alao, Chaulinec, Tac y Caguach, entre otros, a lo que el aludido respondió añadiendo al Obispado, algo que la evidencia histórica desmiente. Eso elevó la temperatura de la cita transformándose en una reunión relativamente conflictiva. ¿El propio Obispo de Ancud no se ha instruido de las dinámicas sociales que llevaron a levantar las iglesias patrimoniales de Chiloé?
Para el próximo 7 de agosto se tiene planificada una nueva reunión, instancia donde además se informaría sobre la pronta licitación del proceso de diseño para los trabajos de restauración de la iglesia, y que en una primera etapa considera 60 millones de pesos para el pago de consultorías y estudios. Las obras propiamente tales, podrían requerir 1.000 millones de pesos.
En cuanto al rol del rector del santuario de Caguach —el padre Arturo Mansilla— aparentemente no hay una comunicación fluida con los fieles, en la reunión del 22 de julio mantuvo silencio sobre la discusión de fondo. Para una institución tan organizada como la Iglesia Católica pareciera extraño que no se exponga a Apiao, Alao, Chaulinec, Tac y Caguach las rendiciones de los recursos, y más extraño aún es que el Obispo haya concurrido a la cita sin detalles concretos. Habrá que ver si se replicará tal desorden y desprolijidad el 7 de agosto.
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