Ancud registra tercera muerte atribuida a tuberculosis en Chiloé tras severas secuelas

Véase también:
Tuberculosis en Chiloé: confirman un muerto en medio de complejo escenario por pandemia.
Confirman nueva muerte vinculada a tuberculosis en Chiloé: era paciente secuelada.

ANCUD (La Opinión de Chiloé) — Un nuevo deceso atribuido o vinculado a la tuberculosis (TBC) en una persona con residencia en la Provincia de Chiloé se ingresó a las estadísticas oficiales durante los últimos días, ello tras confirmarse que su muerte se circunscribía a un efecto residual de esta enfermedad tratada.

De acuerdo a información a la que accedió La Opinión de Chiloé, se trata de una adulta mayor oriunda de Ancud de 78 años de edad cuya constatación del deceso fue el 15 de noviembre, constituyéndose en la tercera defunción vinculada a tuberculosis del año (aplica criterio B90.9 CIE-10), dato confirmado por el Departamento de Estadísticas e Información en Salud (DEIS) del MINSAL.

La fallecida era catalogada como una paciente tratada y curada de la enfermedad, aunque quedó con severas secuelas derivadas de la TBC que terminaron provocándole su muerte, razón por la cual se le vincula a razones secueladas de la enfermedad y no a otra causal independiente.

En tal contexto, fuentes consultadas por La Opinión de Chiloé refirieron que la aludida presentaba una limitación crónica al flujo aéreo como principal manifestación de haber padecido TBC además de lesiones pleurales y de la vía aérea, las que afectaron parcialmente su calidad de vida.

El deceso es el primero de una residente en la comuna de Ancud este año, el tercero en Chiloé y el número 14 de la región de Los Lagos, cinco de los cuales son secuelados y los otros nueve con la enfermedad con o sin tratamiento. Todos han sido adultos mayores, salvo dos casos, un muerto en mayo de 43 años en Puerto Montt y otro en junio de 41 en Osorno, ambos sin haber sido pesquisados a tiempo.

En Chiloé, la primera defunción se registró el 21 de julio pasado, tratándose de un hombre de 74 años oriundo de Dalcahue que murió en el Hospital Dr. Augusto Riffart de Castro con TBC (aplica criterio A16.2 CIE-10), tras varios días internado en estado de gravedad. Sufrió un shock séptico con punto de partida pulmonar probablemente por Mycobacterium tuberculosis (ver nota relacionada).

La segunda ocurrió el 1 de septiembre pasado en el mismo nosocomio castreño, tratándose de una mujer de 77 años de edad oriunda de la capital provincial que tenía secuelas producto de la enfermedad (aplica criterio B90.9 CIE-10). En efecto, padecía una insuficiencia respiratoria cónica debido a severos daños pulmones provocados por una tuberculosis ya tratada (ver nota relacionada).

La misma situación habría ocurrido en el caso de la residente en Ancud, por lo que se añadió a los registros oficiales a nivel central.

Hay que recordar que la tuberculosis (TBC) es una enfermedad infecciosa que no está erradicada y es causada por varias cepas de micobacterias, siendo la más común la Mycobacterium tuberculosis. Puede afectar cualquier parte del cuerpo humano, pero comúnmente ataca a los pulmones.

A nivel país, la tasa de morbilidad ha aumentado durante los últimos años, ya que si en 2014 era 12,3 por cada 100.000 habitantes, en 2019 llegó a 15,2 por cada 100.000 habitantes según el último Informe de Situación Epidemiológica y Operacional del Programa Nacional de Tuberculosis del Ministerio de Salud.

Dentro de las causas para este aumento, se cuenta como las principales la inmunodeficiencia como resultado de la coinfección por VIH o, con menos frecuencia, los tratamientos inmunosupresores como la quimioterapia o los corticosteroides. Luego, la enfermedad por el SARS-CoV-2 (COVID-19) ha afectado el manejo clínico de la TBC y los servicios relacionados con ella, por lo que es de esperar que las tasas sigan creciendo.

Un tercio de la población mundial actual ha sido infectada por Mycobacterium tuberculosis, mientras que entre el 5% y 10% de estos contagiados puede presentar la enfermedad que, si no se trata, mata al 50% de sus víctimas. Según el último Informe mundial de esta patología elaborado por la OMS, su transmisión comunitaria sigue siendo continua y sostenida.

De hecho, se espera que este 2020 existan alrededor de 10 millones de contagios en el mundo, de los cuales alrededor de 3 millones no serán pesquisados (por lo que no tendrán acceso a atenciones de salud), y más de un millón morirá, la mayoría población vulnerable.

Además, debido a que el COVID-19 ha causado interrupciones sustanciales en las atenciones normales de los centros de salud, es de esperar que para los próximos 5 años el número de muertos por tuberculosis crezca hasta un 20% según un estudio reciente publicado en The Lancet «porque las interrupciones dejan a las personas sin tratamiento durante más tiempo, lo que lleva a una mayor transmisión y más casos diagnosticados en años posteriores» dicen los investigadores.

La situación en Chiloé para este año muestra una reducción significativa de personas diagnosticadas al menos hasta principios de agosto según indicó a La Opinión de Chiloé Augusto Canales Villegas, médico encargado del Programa TBC del Servicio de Salud, precisando eso sí que debido al COVID-19 «la búsqueda de pacientes se ha limitado a personas consultantes», vale decir, pueden haber chilotes con TBC sin saberlo.

«Esto es porque los equipos no pueden salir a realizar pesquisa de personas fuera de los establecimientos [de salud] que presenten tos con expectoración por más de dos semanas. A la fecha tenemos diagnosticados 7 pacientes, a diferencia del año pasado que a esta misma fecha teníamos 14 pacientes diagnosticados y en tratamiento, es decir hoy tenemos un 50% menos», dijo la fuente.

En conversación con La Opinión de Chiloé, el tecnólogo médico del equipo del programa de Tuberculosis del Servicio Salud Chiloé, Guillermo Márquez, había dicho tras confirmarse el primer muerto por tuberculosis en la zona que este período con COVID-19 «ha sido una época compleja. En el Programa de TBC los equipos de salud pesquisan entre los consultantes y/o salen a buscar los posibles casos (personas que tosen y tienen flemas por más de dos semanas). Cómo las atenciones han disminuido en todos los niveles la pesquisa claramente se ha visto alterada y con ello el número de casos encontrados. Actualmente, la búsqueda se ha limitado a los casos con alta sospecha de la enfermedad (consultantes con clínica compatible de TB)».

«Esta disminución en la cantidad de casos nos deja el gran desafío de localizar a esas personas sin diagnosticar y cortar la cadena de transmisión apenas sea posible. Es y será una problemática mundial, mientras todos los esfuerzos están enfocados en contener la COVID-19, la baja en la pesquisa significa que hay personas que no son diagnosticadas, que no se tratan, siguen contagiando y mantienen la enfermedad en nuestras comunidades. De hecho hay organismos que señalan que esto puede significar un retroceso de 5 a 8 años de esfuerzos en contener esta otra pandemia», dijo.

«La recomendación más importante a los lectores [de La Opinión de Chiloé] es la que siempre hemos dado: cualquier tos con flemas que dura más de dos semanas debería ser investigada para tuberculosis por lo que en estos casos el llamado es a contactar a su centro de salud más cercano (posta, CECOSF, CESFAM) para realizar el examen de manera gratuita», acotó. La entrevista completa puede leerse acá.

NOTA DE LA REDACCIÓN: Este artículo fue elaborado por el Director y Editor General de La Opinión de Chiloé, Juan Miguel Vera, gracias a datos del Instituto de Salud Pública, del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud, del Hospital Dr. Augusto Riffart de Castro y del Servicio de Registro Civil e Identificación.
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