Estudio confirma factibilidad de cultivo de sargazo gigante en Quenac y Ancud

Un innovador estudio realizado en la isla de Chiloé por investigadores del Centro de Biotecnología y Bioingeniería (CeBiB) de la Universidad de Chile y del Centro i~mar de la Universidad de Los Lagos, se abocó a indagar la potencialidad de cultivar el alga gigante Macrocystis pyrifera, más conocida por su nombre vernacular «sargazo gigante», principalmente en las costas del mar interior del archipiélago. Esta especie es uno de los recursos marinos más explotados en las costas del país, siendo sus mercados principales la industria alimenticia del abalón (donde se vende en fresco) y la extracción de alginato (comercializado en seco); además, se ha evaluado como posible alimento humano, como abono agrícola o como materia prima para biocombustible.

Dada la amplitud de usos y un eventual incremento en la demanda, varios estudios sugieren que sería posible implementar centros de cultivo de sargazo, aunque la escasez de tecnología eficiente y rentable es un escollo que podría detener incursiones de productores. Al respecto, los investigadores buscaron evaluar varios determinantes fundamentales de la productividad en el cultivo de esta especie, resultados que fueron publicados recientemente en la prestigiosa revista científica Reviews in Aquaculture.

Según el texto al que accedió La Opinión de Chiloé, y que se titula Overview of 3 year precommercial seafarming of Macrocystis pyrifera along the Chilean coast, se implementó un gran centro de cultivo de 21 hectáreas en las costas de la isla Quenac, Quinchao, y dos pequeños centros en Ancud y Caldera (de 0,5 hectárea cada uno), concluyéndose que en la zona chilota el cultivo de sargazo gigante presenta una alta factibilidad y productividad «a una escala precomercial» tras tres años de trabajo.

El centro de cultivo fue diseñado como un sistema reticulado suspendido (flotante) de cuerdas horizontales colocadas a 4 metros de profundidad formando cuadrantes de 1 ha. El marco externo de cada hectárea fue construido con una cuerda de nylon de 38 mm de diámetro y un largo de 100 metros; cada hectárea tenía 49, 65 o 99 líneas de cultivo de 12 mm de diámetro (2 m, 1,5 m y 1 m de separación entre líneas, respectivamente).

Los investigadores señalan que «en el sur de Chile, los centros de Quenac y Ancud mostraron diferencias significativas principalmente debido a las menores concentraciones de nutrientes encontrados en Ancud, a pesar de estar ubicado cerca áreas de cultivo de choritos, y la superficialidad del sitio que permitió que invertebrados comieran los esporofitos de Macrocystis, afectando la biomasa. A su vez, el centro en Quenac, que se encuentra cercano a centros de cultivo de salmón, recibió concentraciones de nutrientes más altos y tuvo una productividad promedio de 20 toneladas húmedas por hectárea por mes cuando la siembra tuvo lugar durante los meses de invierno. En comparación, Ancud alcanzó un promedio de 6,1 toneladas húmedas por mes y Caldera, ubicada en el norte de Chile, mostró resultados de productividad más bajos (promedio de 4 toneladas húmedas por mes)».

Se concluyó que es de vital importancia la selección de los lugares de cultivo en términos de profundidad, concentración de nutrientes y corrientes, destacando el sur de Chile como propicio para ello. Agregan los científicos que «el resto de variables involucradas en el desarrollo del cultivo podrían ser controladas una vez optimizadas para producir una biomasa estable año tras año. A pesar de estos logros, hay que abordar varios desafíos para crear una industria sostenible, como la legislación creada específicamente para las macroalgas, la conservación de las especies cultivadas (germoplasma), los programas de selección de cepas, el desarrollo de nueva producción masiva de plántulas independiente de la recolección de material reproductivo en cada ciclo, la investigación de enfermedades y los impactos ambientales de centros de cultivos a gran escala, el valor añadido a las especies cultivadas, entre otras materias».

Asumiendo un precio de mercado de 78 dólares por tonelada húmeda, con un valor del dólar de 677,56 pesos al 25 de noviembre, el centro de Quenac podría generar ingresos por $12.683,923.- al año, constituyéndose en una posible opción de reconversión productiva para pescadores artesanales en áreas donde la marea roja es incontrarrestable o donde los recursos entran en proceso de veda o tienen restricciones de extracción, como por ejemplo el erizo en la zona costera del sur de la isla de Chiloé.

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