
ANCUD (La Opinión de Chiloé) — Una tragedia de proporciones sacude a una humilde familia de la comuna de Ancud luego que hace pocos días atrás, y tras una escalada de omisiones, desidia, malas decisiones y en definitiva, mediocridad de la red asistencial, falleciera su pequeño bebé en circunstancias que podrían ocultar un potencial acto criminal.
De acuerdo a información reservada a la que accedió La Opinión de Chiloé, los hechos se remiten a la tarde del 25 de febrero pasado cuando una joven madre embarazada —que había llegado al Hospital San Carlos de Ancud en búsqueda de ayuda— fue sometida de urgencia a una cesárea, luego que su bebé presentara algunas complicaciones que hacían peligrar su vida.
Lo que se sabe hasta ahora es que antes de nacer, el bebé tenía una evidente disminución de su frecuencia cardíaca de carácter sostenido (bradicardia), no relacionada con un eventual trabajo de parto, por lo que se decidió adelantar su nacimiento mediante el procedimiento en comento. Tenía 34 semanas de gestación (casi 8 meses).
En general, el pequeño mostró buenos indicadores de apariencia, pulso, gesticulación, actividad y respiración al nacer, aunque no habría sido revisado por algún pediatra.
Sin embargo, minutos después de nacido, y cuando ya los papás creían que sería un feliz nacimiento, y por causas que no han sido precisadas, el bebé comenzó a presentar un rápido deterioro en su presión sanguínea y frecuencia cardíaca, obligando a que los equipos médicos disponibles iniciaran un rápido proceso de reanimación.
Fuentes consultadas por La Opinión de Chiloé confirmaron que en ese proceso, no había en el hospital un pediatra ya que por decisión administrativa, se habría decidido desde el Servicio de Salud Chiloé ahorrar costos y quitarle especialistas al recinto ancuditano, vale decir, cuando el pequeño se descompensó seriamente, fue atendido por un simple médico general y un médico anestesista, ambos de turno, ninguno de los cuales tenían capacitación en atención de recién nacidos prematuros ni tampoco en reanimación neonatal.
Aunque se ha tratado de esgrimir que en Ancud hay personal preparado, la verdad es que según protocolo, generalmente en los partos considerados de alto riesgo debiera existir una persona entrenada en maniobras de reanimación cardiopulmonar completa, mientras que para el caso de la reanimación de un neonato gravemente deprimido, se requiere la participación de al menos 2 o 3 personas: una para ventilar y si es necesario, intubar y otra para monitorizar y si es preciso iniciar masaje cardiaco, y otra para preparar la posible medicación necesaria. ¿Ancud la tenía ese día? la respuesta parece ser obvia.
Pues bien, a pesar de eso, el bebé fue estabilizado iniciándose las gestiones para que fuera trasladado hacia el Hospital Dr. Augusto Riffart de Castro de carácter urgente.
Desde el centro asistencial de Ancud se indicó que tenían a disposición a un médico, una matrona y un técnico en enfermería para acompañar en este proceso, el que se realizaría en una ambulancia del Samu de la misma ciudad.
Sin embargo, desde la capital provincial se habrían opuesto a aquello ya que, supuestamente, habrían funcionarios que estaban interesados en el viático que implicaría este traslado neonatal. El argumento que se habría dado es que se necesitaba un ventilador mecánico portátil, y que por eso el Samu Castro se haría cargo. Sin embargo, aquello terminó por ser una justificación espuria.
En efecto, cinco horas después recién habría arribado una ambulancia a Ancud, con la sorpresa de que traían un ventilador mecánico portátil que no funcionaba. Lo insólito es que según fuentes consultadas por La Opinión de Chiloé, ese equipo estaba esperando a ser reparado hace varios días, vale decir, a sabiendas se envió una ambulancia desde Castro a Ancud con un equipo no operativo, que no serviría.
En vista de esta enorme negligencia, y mientras el menor seguía empeorando, el Hospital de Ancud decidió buscar una solución alternativa ofreciendo un neopuff portátil, que podría suplir las labores del equipo con fallas, por lo que se subió al pequeño a la ambulancia y se procedió a su traslado. Sin embargo, ya en ruta, tuvo que ser devuelto al centro asistencial por presentar un fuerte deterioro.
Al arribar, fue estabilizado y cuando ya fue factible, volvió a intentar ser trasladado, pero antes de llegar a Pupelde, tuvo que ser devuelto de nuevo porque se descompensó.
Más de 15 horas después, se confirmó que el bebé entró en paro cardiorrespiratorio y murió al interior del Servicio de Urgencia del Hospital de Ancud. Nunca llegó el ventilador portátil mecánico que se prometió porque se le mintió a la familia, porque en realidad nadie hizo su trabajo para conseguir alguno, ni siquiera requiriendo aquello en Puerto Montt.
Fuentes médicas consultadas por La Opinión de Chiloé indicaron que si al bebé lo hubieran trasladado durante las primeras dos horas de nacido, podría haber llegado con vida a Castro y no haber fallecido. Sin embargo, cuando «alguien» de allá decidió que enviarían una ambulancia del Samu con un ventilador mecánico portátil que no funcionaba, la suerte del bebé ya era previsible.
El vehículo llegó con casi 5 horas de retraso, con un equipo inservible, y con todos en el Servicio de Salud Chiloé ya en sus casas, porque aparentemente, nadie trabaja después de las 17.00 horas ante casos de este tipo de emergencias vitales.
A la burocracia evidente, se añade la desidia y demora en responder, lo que a la postre, alargó los tiempos de resolutividad. Incluso, cuando se constató la muerte del niño alrededor de las 08.00 horas de la mañana del sábado 26 de febrero, se quiso avisar a quien estaba «a cargo» de la gestión del traslado (que nunca ocurrió), y resulta que cuando contestaron el teléfono en Castro, la persona parecía desorientada como si estuviera recién despertando y aparentaba no entender lo que le decían mientras bostezaba.
En el centro asistencial no se ha querido hablar de un posible cuasidelito de homicidio, aunque existe una enorme molestia por lo que pasó ya que esta muerte podría haberse evitado, indicándose que no sería la primera vez, manteniéndose en secreto estos casos.
Es más, y a pesar de lo aseverado por el Servicio de Salud Chiloé en el pasado, en Ancud no existe disponibilidad de ventilador mecánico portátil para niños con menos de 2 o 3 años.
Lo más grave de todo es que fuentes confiables explicaron a La Opinión de Chiloé que ante la eventualidad de alguna urgencia vital de recién nacidos en el Hospital de Ancud, la probabilidad de fallecimiento es extremadamente alta, y más aún si ocurre en horario inhábil, siendo llamado incluso como el «hospital de la muerte» cuando se habla de bebés con riesgo vital.
A este respecto, no hay turno de 24 horas de algún pediatra capacitado en reanimación neonatal ni tampoco un turno de llamado que cuente con un profesional con dicha expertiz disponible, aunque sea por horas.
Incluso, no existiría personal capacitado para soporte ventilatorio de niños pequeños que estén a la espera de ser trasladados a otro recinto de mayor complejidad, ergo, mucho menos un turno de llamado para eso.
Una fuente que prefirió mantener el anonimato indicó que en virtud de su experiencia, «siempre es preferible que los bebés o lactantes no se enfermen gravemente y con riesgo vital un fin de semana en Ancud o Quemchi, porque en el Hospital no habrá nadie lo suficientemente capacitado para que sus probabilidades de sobrevida estén en la cota superior (…) y si a eso le sumas que en el Servicio de Salud de Chiloé nunca harán alguna gestión útil sino hasta el lunes, entonces sólo resta orar para que tu hijo o hija no muera o no adquiera secuelas irrecuperables mientras espera».
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